jueves, 23 de enero de 2014

CAMINO DE LA FERIA; BURGALÉS DE SANTA MARÍA





<<Pelayo, hijo mío, hace ya más de tres noches que abandonamos el pueblo camino de la feria y todavía no hemos llegado. Volviendo la vista atrás, fíjate cuantas cosas han ocurrido. Nada más salir, aquel hombre sabio intentaba convencernos de que jamás llegaríamos a la feria con la mercancía en buen estado, que ningún vecino de la aldea lo había conseguido, y que por supuesto nosotros no íbamos a ser los primeros; estábamos completamente locos>>

Pelayo y su padre estuvieron de camino todo el día y decidieron pasar la noche en una pequeña morada que encontraron en aquel frondoso bosque. Allí encontraron a una pobre anciana que les invitó a pasar la noche en su hogar. Durante la cena, la anciana les preguntó asombrada a dónde se dirigían porque la pobre desafortunada hacía años que no veía a nadie. Pelayo, con un tono de voz de aire fresco, le respondió que su padre y él se dirigían a la “Feria de Burgalés de Santa María” para poder comercializar la fruta que llevaba su noble y puro caballo Imperial. La anciana, en un  intento  de socorrer y frenar sus ansias, les advirtió que el pueblo Burgalés de Santa María se encontraba al otro lado de las montañas y debían atravesar acantilados con rocas tremendamente afiladas además de cruzar un río de aguas bravas; <<Estábamos completamente locos>>.

Al llegar la mañana padre e hijo emprendieron de nuevo su camino. Horas después, atravesando las rocas que bordeaban el río, Pelayo  cayó al agua; antes de que la fuerte corriente lo arrastrara río abajo, pudo agarrarse a una roca. Allí se encontraba un humilde pescador que le ofreció al padre la caña para acercar a Pelayo. Al final Pelayo pudo salir del agua, pero se dio cuenta de que había perdido su calzado. El humilde pescador les aconsejo que se dieran media vuelta porque era una zona muy peligrosa y que su hijo no podría recorrer el camino descalzo; <<Estábamos completamente locos>>.

<<Padre, hace ya más de tres noches que abandonamos el pueblo camino de la feria y todavía no hemos llegado. Hemos tenido muy mala suerte, a lo mejor tendríamos que haber hecho caso a todas esas personas que nos aconsejaron no venir>> <<Pelayo hijo mío, la suerte va y viene fugazmente, nosotros hemos decidido emprender juntos nuestro camino, juntos hemos creado las circunstancias, mira detrás de ti, encima de esa colina; Es “Burgalés de Santa María”>>

Fijaos, en aquellos tiempos se hablaba de cuestión de suerte, ¿Suerte? ¿Quieren decir que la vida es aleatoria, que somos unas simples marionetas de un caprichoso  destino como consecuencia de la aparición de circunstancias o acaso esas circunstancias son creadas por nosotros? Hay una cosa clara, los atajos rápidos no existen, y si existen se conocen como “La Suerte”,  pero lleva implícito la aleatoriedad,  y tal como vienen se van sin decirte adiós y mucho menos sin mirarte a los ojos.

 No importan las adversidades a las que nos enfrentemos, tan solo es cuestión de levantarse siempre una vez más, da igual las veces que caigas. No por haber caído más de cien veces debes dejar de intentarlo,  la solución es sencilla y se encuentra dentro de ti; “Lo has hecho otras veces”. El camino está repleto de obstáculos, es tu propia interpretación cómo afrontarlo…ya sabes querido amigo, es cuestión de perspectiva.

Como dice aquel proverbio Mahorí que tanto me gusta, “Para tener problemas no hace falta pedir ayuda”. Todos aquellos que hablan de mala suerte y de falsas excusas no están dispuestos a poner los medios necesarios para que se den las circunstancias. ¿Quién dijo que fuera fácil?. Reflexionando, comienzo a pensar que la mala suerte pertenece a la familia de palabras “PESIMISTA”.

Si hubiéramos hecho caso a todas aquellas personas que calificaban nuestras metas y sueños de “pájaros en la cabeza”, no  habrían permitido luchar por todo aquello anhelado. La suerte no se da sino que se crea, se busca. La vida no tiene que ser ganada, porque es ganada desde el momento en que nacemos, ahí tenemos la oportunidad de hacer nuestro camino, y si nos caemos “nos levantamos”.


No dejes que otros tomen decisiones por ti, ni vuelvas a contemplar el mundo con otros ojos que no sean los tuyos, aprende a separar el ruido de la melodía y permite que la esencia del momento penetre en tu interior.

lunes, 13 de enero de 2014

SATORI: “THE MAGIC MOMENT”





Hace mucho, mucho tiempo, al borde de un camino que conducía a una pequeña aldea de naturaleza desconocida, varios niños que en vez de ir a la escuela, se encontraban jugando con una pelota. Allí, justamente en frente de ellos, había una anciana que frotaba insaciablemente una barra de hierro contra una piedra. Intrigados, le preguntaron:   <<¿Qué está haciendo ahí señora?>> La sabia anciana esbozó una sonrisa repleta de ilusión y contestó: <<Muchachos, estoy frotando este lingote porque quiero adelgazarlo y hacer de él una aguja para coser mi ropa>>

Perplejos ante tal comentario, los muchachos comenzaron a reírse, entre esa multitud de carcajadas y comentarios burlescos, uno de los niños, de naturaleza risueña y curiosa le comentó: <<Señora, ¿Usted no se da cuenta que podría estar malgastando su vida? Jamás conseguirá hacer una aguja con una barra de hierro de ese grosor>>

La anciana sin parar de frotar con una luz dulce en sus palabras le contestó: << Pequeño joven, la froto todos los días y cada día disminuye algo más, entonces habrá un día en que la barra de hierro se convierta en aguja, pero si te soy sincera mi nuevo amigo, mi mayor recompensa no es conseguir la aguja sino la ilusión que me regala cada día mi trabajo al pensar que algún día se transformará>>.

El joven niño enmudeció ante la belleza y profundidad de sus palabras, momentos después pudo recuperar el habla y le suplicó: <<Sabia anciana,  me he dado cuenta de lo que usted verdaderamente posee ¿Podría enseñarme la forma de conseguirlo?>> y ella con una sonrisa de nuevo les contesto: << Ya lo tienes, simplemente ahora no puedes sentirlo, porque tu mente hace demasiado ruido>>

Si valoramos con mayor detenimiento la profundidad de las palabras de nuestra sabia anciana, nos damos cuenta que su verdadera riqueza radica en la alegría de su “Yo interno” y en la profunda e inconmovible paz que le acompaña. Trasladándolo a la vida real, en determinadas ocasiones buscamos fuera de nosotros mismos migajas de placer, satisfacción o amor cuando dentro se encuentra nuestro verdadero tesoro.

Cuenta la historia que los Maestros ZEN describen esa verdadera riqueza interna con la palabra SATORI que representa la comprensión repentina de momento no mente y de presencia de total iluminación, porque se necesita presencia para tomar conciencia, de la belleza y  verdadera importancia.

Desde mi humilde óptica, el tiempo al igual que el amor y la felicidad nos equivocamos al pensar que la esencia del momento se mida en longitud, porque la verdadera belleza se encuentra en la calidad e intensidad del momento que nos permite alcanzar su perpetuidad, porqué cómo dicen los expertos en materia lingüística las palabras no valen más por lo que  dicen sino por lo que dejan de expresar. Esa perpetuidad alcanzada se conoce como  Magic Moment”.

Tan sólo es cuestión de “Timing”  dejar de oír ruido para comenzar a escuchar a ese niño, el yo interno, descubrir la esencia y riqueza, rescatar aquellos sueños que por culpa de miedos creados por nosotros mismos se habían quedado aparcados. Devolver a nuestro olfato el olor de la fragancia del éxito que alberga en nuestro interior que hace que ponga en marcha todos los mecanismos para generar circunstancias.

¿Fracaso? ¿Éxito? Es sólo interpretación, cuestión de optimismo o pesimismo, porque cómo ya saben, “Para tener problemas, no hace falta pedir ayuda”. La vida  es maravillosa cómo para perderla, tenemos la oportunidad y la obligación de ser nosotros los protagonistas.

La primera lección: SILENCIO………


Pd: El post de hoy, está dedicado para todas aquellas personas que cada día persiguen sus sueños y para aquellas, que ya nos dejaron y  entregaron su vida con ilusión y siempre con la mejor de sus sonrisas. Recuerden: “Vivan soñando y sueñen despiertos”.