<<Pelayo, hijo mío, hace ya más de tres
noches que abandonamos el pueblo camino de la feria y todavía no hemos llegado.
Volviendo la vista atrás, fíjate cuantas cosas han ocurrido. Nada más salir, aquel
hombre sabio intentaba convencernos de que jamás llegaríamos a la feria con la
mercancía en buen estado, que ningún vecino de la aldea lo había conseguido, y
que por supuesto nosotros no íbamos a ser los primeros; estábamos completamente locos>>
Pelayo y su padre estuvieron de camino todo
el día y decidieron pasar la noche en una pequeña morada que encontraron en
aquel frondoso bosque. Allí encontraron a una pobre anciana que les invitó a
pasar la noche en su hogar. Durante la cena, la anciana les preguntó asombrada
a dónde se dirigían porque la pobre desafortunada hacía años que no veía a
nadie. Pelayo, con un tono de voz de aire fresco, le respondió que su padre y
él se dirigían a la “Feria de Burgalés de Santa María”
para poder comercializar la fruta que llevaba su noble y puro caballo Imperial.
La anciana, en un intento de socorrer y frenar sus ansias, les advirtió
que el pueblo Burgalés de Santa María se encontraba al otro lado de las
montañas y debían atravesar acantilados con rocas tremendamente afiladas además
de cruzar un río de aguas bravas; <<Estábamos completamente
locos>>.
Al llegar la mañana padre e hijo emprendieron
de nuevo su camino. Horas después, atravesando las rocas que bordeaban el río,
Pelayo cayó al agua; antes de que la
fuerte corriente lo arrastrara río abajo, pudo agarrarse a una roca. Allí se
encontraba un humilde pescador que le ofreció al padre la caña para acercar a
Pelayo. Al final Pelayo pudo salir del agua, pero se dio cuenta de que había
perdido su calzado. El humilde pescador les aconsejo que se dieran media vuelta
porque era una zona muy peligrosa y que su hijo no podría recorrer el camino descalzo;
<<Estábamos
completamente locos>>.
<<Padre, hace ya más de tres noches que
abandonamos el pueblo camino de la feria y todavía no hemos llegado. Hemos
tenido muy mala suerte, a lo mejor tendríamos que haber hecho caso a todas esas
personas que nos aconsejaron no venir>> <<Pelayo hijo mío, la
suerte va y viene fugazmente, nosotros hemos decidido emprender juntos nuestro
camino, juntos hemos creado las circunstancias, mira detrás de ti, encima de
esa colina; Es “Burgalés de Santa María”>>
Fijaos, en aquellos tiempos se hablaba de
cuestión de suerte, ¿Suerte? ¿Quieren decir que la vida es aleatoria, que somos
unas simples marionetas de un caprichoso
destino como consecuencia de la aparición de circunstancias o acaso esas circunstancias son creadas por nosotros? Hay una cosa
clara, los atajos rápidos no existen, y si existen se conocen como “La
Suerte”, pero lleva implícito la
aleatoriedad, y tal como vienen se van
sin decirte adiós y mucho menos sin mirarte a los ojos.
No
importan las adversidades a las que nos enfrentemos, tan solo es cuestión de
levantarse siempre una vez más, da igual las veces que caigas. No por haber
caído más de cien veces debes dejar de intentarlo, la solución es sencilla y se encuentra dentro
de ti; “Lo has hecho otras veces”. El camino está repleto de
obstáculos, es tu propia interpretación cómo afrontarlo…ya sabes querido amigo,
es cuestión de perspectiva.
Como dice aquel proverbio Mahorí que tanto me
gusta, “Para tener problemas no hace falta pedir ayuda”. Todos
aquellos que hablan de mala suerte y de falsas excusas no están dispuestos a
poner los medios necesarios para que se den las circunstancias. ¿Quién
dijo que fuera fácil?. Reflexionando, comienzo a pensar que la mala
suerte pertenece a la familia de palabras “PESIMISTA”.
Si hubiéramos hecho caso a todas aquellas
personas que calificaban nuestras metas y sueños de “pájaros en la cabeza”, no habrían permitido luchar por todo aquello
anhelado. La suerte no se da sino que se crea, se busca. La vida no tiene que
ser ganada, porque es ganada desde el momento en que nacemos, ahí tenemos la
oportunidad de hacer nuestro camino, y si nos caemos “nos levantamos”.
No dejes que otros tomen decisiones por ti,
ni vuelvas a contemplar el mundo con otros ojos que no sean los tuyos, aprende
a separar el ruido de la melodía y permite que la esencia del momento penetre
en tu interior.