Tras una larga reflexión en lo más profundo de mi persona, ajeno al maravilloso fin de semana que hemos tenido, en pensar que tema sería el adecuado para comenzar, al fin llegué a la conclusión que sentía el deber y la obligación de inaugurar este, “mi rinconcito”, compartiendo con todos vosotros cuál es la óptica y mi forma de entender el significado del ahorro y la necesidad que tenemos de ello, aún a pesar de nuestra falta de concienciación.
¡¡AHORRO!! Dichosa palabra, concepto tabú hoy en día y sobre todo desconocida. A ello añadirle la dificultad de llevar a cabo su actividad, debido a la situación que nos rodea y que cada vez ahoga a más familias. No quiero que entendáis estas humildes palabras como una frivolidad, sino que vayan más allá y que juntos reflexionemos sobre todo ello.
Años atrás (y cada vez son más), mis primeros acercamientos con la materia de Economía lo recuerdo a mis 16 años, cuando aquella profesora en avanzada edad nos introducía y definía brevemente el concepto de Ahorro como la diferencia entre ingreso y consumo. Renta no destinada al gasto y, por tanto, “la disponible”. Por lo que: una familia sólo ahorra si sus ingresos son superiores a lo que consume. La respuesta es sencilla: “Cuanto más gano… más gasto”. El problema surge cuando uno se acostumbra a un determinado nivel de vida, manteniendo el nivel de consumo en detrimento de los ingresos. Es ahí cuando entra en juego esa palabra tan pronunciada en estos tiempos llamada déficit. Es en ese momento cuando ”El economista endeudado” debe financiar ese “gap” o diferencia entre importes, que viene a ser como un “ahorro en negativo” y que, en determinados momentos, no es malo. Pero ya lo veremos más adelante en qué momentos y porqué.
De acuerdo a lo anteriormente descrito:
AHORRRO = INGRESOS – CONSUMO
Según esta fórmula, anteponemos el consumo al ahorro, primero dedico la renta a consumir y lo que sobre… (si es que sobra) a mi bolsillo (o debajo del colchón).
Por otro lado John Maynard Keynes (1883-1946) en su “Teoría Keynesiana”, afirmaba que un exceso en el ahorro era perjudicial para la actividad de una Sociedad, debido a que si las familias destinaban cada vez más parte de su renta a ahorrar, descendería notablemente el consumo y con ello los precios hasta que llegar a un punto en que dicha Sociedad fuera sometida por un entorno de Deflación. Mirándolo desde esta óptica, este tipo llamado Keynes tenía razón. Ahorrar en exceso es en perjuicio de la sociedad. NO genera consumo, NO genera actividad, NO genera empleo… y así sucesivamente.
Entonces, ahora mismo nos estaremos preguntando… mire usted: ¿cuál es el nivel óptimo de ahorro? ¿fifty-fifty o no ahorro? Cada persona debe reflexionar y la solución la encontrará de acuerdo a sus necesidades, no sólo presentes sino también futuras y a eso se le conoce como PLANIFICAR:
NECESIDADES PRESENTES + NECESIDADES FUTURAS = OBJETIVO
Para alcanzar dicho objetivo debe reformularse de nuevo la formula inicial, y plantearla desde el punto de vista del consumo. Es decir:
CONSUMO = INGRESOS – AHORRO
Con esa formulación, estamos planificando el ahorro - la cantidad que vamos a ser capaces de destinar cada cierto periodo de tiempo al ahorro - con el único objetivo de cubrir esas necesidades presentes y futuras y de acuerdo a ello, consumir.
En las próximas publicaciones veremos qué formas existen para obtener rentabilidades sobre estos importes (“Cuán soy capaz de rentabilizar mis ahorros”) y cuáles son los vehículos más óptimos.
MORALEJA: Debemos concienciarnos de la importancia y necesidad del ahorro, de ser capaces de adoptarnos al entorno que nos rodea, no caer en tentaciones sobre un ambiente de crecimiento y consumo exponencial ni tampoco en llevar una vida que no corresponda por encima de nuestras posibilidades.
CONSUMO + PLANIFICACIÓN = SOSTENIBILIDAD
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